Sostenibilidad

Efectos del nuevo coronavirus en América del Sur

La carrera por el descubrimiento de un medicamento o una vacuna efectiva en el tratamiento del nuevo coronavirus sigue a un ritmo intenso. Investigadores de diversos lugares trabajan en estudios y desarrollan pruebas para comprender el virus e identificar una sustancia capaz de frenar el avance delCOVID-19. La enfermedad ya ha afectado a más de 26 millones de personas en todo el mundo, según datos de la Universidad Johns Hopkins (EUA).

América Latina y el Caribe, actualmente, son las localidades que demandan más atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como consecuencia de la escalada del virus en los últimos meses. Incluso con la rápida maniobra realizada por algunos gobernantes, destinadas al enfrentamiento de la crisis sanitaria, como la adhesión al aislamiento físico y el lockdown, la flexibilización de la cuarentena, como parte del proceso gradual de reanudación de las actividades, desencadenó un aumento en el número de individuos contaminados por el COVID-19.

Solo a principios de agosto, en un intervalo de 11 días, América Latina confirmó 1 millón de nuevos casos, totalizando más de 7 millones de infectados por la enfermedad. Entre los países latinos más afectados está Brasil, seguido por Perú y México, como señala el análisis encabezado por la Universidad Johns Hopkins en los Estados Unidos. Sin embargo, el alcance real del virus en la región puede ser aún mayor debido a la ausencia de pruebas disponibles para la población y por haber una subnotificación de personas diagnosticadas.

Nuevos desafíos para la salud

En mayor o menor escala, la pandemia ha generado impactos, sin precedentes, en varios sectores en el mundo. Hablando específicamente sobre el área de la salud en América del Sur, la velocidad de la propagación del virus, la disparidad de infraestructura hospitalaria en algunas ciudades, la falta de recursos para invertir en el sector y la urgencia para la adaptación de todo el sistema fueron algunos de los desafíos encontrados por las instituciones de salud pública y privada.

Las iniciativas adoptadas por los gobernantes ante la crisis de COVID-19 también repercutieron en los números de casos. En el territorio chileno, por ejemplo, después de diversas conductas que causaron la escalada del virus y colocaron al país entre los más infectados en la región, el gobierno logró establecer reglas como aislamiento social y toque de queda, inclusive con fiscalización en las calles por parte de las autoridades, que contribuyeron a la reducción del contagio.

Ya en Argentina, tan pronto como se diagnosticaron los primeros casos, el presidente del país, Alberto Fernández, estableció el aislamiento social preventivo y obligatorio que ayudó a evitar el colapso del sistema de salud. Pero la flexibilización de la cuarentena, que perdura hace siete meses con flexibilizaciones, culminó en el aumento de casos y el gobierno, hoy, sigue realizando nuevas maniobras de aislamiento para no sobrecargar a los hospitales.

Cuidando a quienes están en primera línea

Los médicos, enfermeros, fisioterapeutas y técnicos de enfermería que actúan en la atención a los pacientes con coronavirus son los más susceptibles a la infección. En todo el mundo, miles de profesionales que trabajan en el área de la salud ya han necesitado alejarse de sus actividades después de contraer la enfermedad.

Para ofrecer más seguridad a esos profesionales y asegurar la acogida adecuada de los pacientes, cada vez más organizaciones se unen y cooperan con donaciones de equipos de protección personal (EPP), productos de limpieza e higiene y ayudan financieramente a esas instituciones para ampliar la capacidad de atención. Uno de esos ejemplos es BASF.

Desde el inicio de la pandemia, BASF ha invertido en iniciativas con el propósito de contribuir a la protección de vidas y beneficiar a la sociedad en su conjunto. La compañía se alió con diversos socios y consiguió apoyar con recursos financieros y entregar insumos imprescindibles para centros hospitalarios y comunidades carentes en América del Sur.

 

Solución BASF

Ante la falta de respiradores artificiales en diversos países, siendo estos uno de los recursos importantes para el tratamiento de pacientes afectados con coronavirus en fase aguda, y con la intención de ayudar en el enfrentamiento de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia en Argentina, BASF se unió al proyecto «Un Respiro».

Promovido por la empresa de innovación, Inventu, y en asociación con la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el proyecto resultó en la creación de respiradores artificiales de terapia intensiva controlados por microprocesadores que podrán ser utilizados globalmente. El principal diferencial de estos equipos es su bajo costo. Si se compara con los precios de los respiradores artificiales disponibles en el mercado hoy en día, estos respiradores cuestan solo entre el 20% y el 25% del valor total.

«Para nosotros, desde BASF, es un orgullo enorme poder unirnos a UNR e Inventu en un proyecto tan innovador como este que, sin duda, será de gran contribución en este momento de pandemia en el que nos enfrentamos», afirma Daniel Prado, gerente de la planta de General Lagos de BASF.

A través de la iniciativa, BASF, alineada con su estrategia de compromiso social en Argentina, se propuso mejorar la vida de las personas enfocándose en lo que llama sus 3C: Clientes, Colaboradores y Comunidad. Dentro de su propósito colectivo, la empresa busca permanecer cerca de la comunidad y, con eso, impactar de forma positiva en la sociedad al incentivar proyectos sociales, promover la seguridad de sus plantas productivas y alentar la práctica de sostenibilidad.

«Agradecemos el compromiso de BASF y de todos los actores del sector productivo y empresarial para realizar este proyecto. Esto fue posible gracias al talento e innovación de Inventu y al compromiso de las Universidades Nacionales y Públicas. Se trata de un trabajo en conjunto y colectivo entre los sectores público y privado para dar soporte solidario frente a esta situación excepcional. Un proceso de sinergia que destacamos y queremos potenciar en el futuro», informa Franco Bartolacci, Rector de la Universidad Nacional de Rosario.

La participación de BASF en la iniciativa «Un Respiro» tuvo la finalidad de colaborar con la comunidad de la provincia de Santa Fe, donde se encuentra una de sus mayores unidades productivas del país. Además, con los nuevos equipos, el objetivo  de “Un Respiro” es responder a la demanda nacional y global de respiradores, ya que el proyecto mantendrá un formato de código abierto y podrá ser fabricado en cualquier lugar del mundo.

Para Simón Carpman, socio y líder de proyecto de Inventu Ingeniería, gracias a la participación y apoyo de grandes empresas, como BASF, fue posible desarrollar una alternativa más a los profesionales de salud que actúan en la lucha contra el COVID-19. «Nuestro objetivo fue sintetizar las demandas y necesidades planteadas en un dispositivo. Hoy, podemos decir que este proyecto se ha convertido en una realidad con grandes ventajas comparativas, entre las que destacamos su rápida industrialización y la posibilidad de un uso constante de hasta dos años», asegura.

Ya en Chile, la alianza con el FabLab de la Universidad Técnica Federico Santa María, resultó en la entrega de protectores faciales para el sistema de salud del país. En total, se donaron 500 escudos faciales a los centros hospitalarios de las ciudades de Concón y Quintero y otros 300 escudos faciales destinados a los hospitales rurales situados en Puerto Saavedra y Cunco.

La alianza se firmó a partir de la necesidad de ayudar a los profesionales de la salud que siguen en esta cruzada del tratamiento de la COVID-19 en todo el territorio chileno como consecuencia de la escalada del virus en el país. Todos los escudos faciales se fabricaron con impresoras 3D y fueron cortados con láser, además del uso de equipos de alta tecnología como Router CNC (máquinas de corte y grabado industrial).

«El equipo de salud se ha esforzado por enfrentar esta crisis, sin precedentes, siendo verdaderos héroes. Estamos seguros de que esta donación de protectores ayudará en la continuación del trabajo y contribuirá a la protección de vidas», describe Nicolás Pizarro, gerente de la fábrica de BASF en Concón. «En todo el mundo, realizamos varias iniciativas en este estilo y nos enorgullecemos especialmente por esta alianza con la USM, entidad fundamental para la formación de talentos», complementa.

Maximiliano Rivera, director del FabLab USM, afirma que el trabajo fue realizado voluntariamente por un grupo de estudiantes y profesores del campus San Joaquín. «Cuando entregamos los escudos a los hospitales, presenciamos la felicidad del equipo porque se sintieron más seguros al realizar su trabajo. La USM es una institución que siempre tiene como objetivo apoyar a aquellos que están arriesgando sus vidas y las de sus familias para tratar de salvar, cuidar y curar a los pacientes que enfrentan el COVID-19». 

Para Daniela Siegmund, directora del Hospital Adriana Cousiño, ubicado en la comuna de Quintero, la contribución fue de gran ayuda para el equipo. «Esta donación, realizada a través de la Alianza BASF y USM, fue extremadamente útil para nuestro hospital y estamos muy agradecidos. En estos momentos de contingencia, el trabajo en equipo y en red es lo que nos permite prestar una mejor atención, con más seguridad y con mayor proyección».

Modo Y

La búsqueda de socios que compartan la misma preocupación social de la empresa retrata “el modo Y” de BASF que destaca la importancia de aliar productividad Y responsabilidad social, especialmente, durante este período de crisis sanitaria que se instaló mundialmente.

Las iniciativas realizadas muestran la conducta de la compañía que buscó alternativas que impacten diferentes cadenas Y contribuyan a la protección de vidas. Reafirma el propósito de BASF de crear un futuro sostenible Y con mejores condiciones para todos. Muestra el empeño de la empresa en unir esfuerzos Y contribuir a la seguridad de los profesionales de la salud Y de los pacientes.

Las donaciones realizadas en Argentina y Chile con el fin de reducir el índice de contagio por COVID-19 entre aquellos que trabajan en primera línea en el tratamiento de la enfermedad y para tratar a pacientes de terapia intensiva, se aplican en varios Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Entre ellos: 

Objetivo 3: Asegurar una vida sana y promover el bienestar para todos, en todas las edades

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre la importancia del uso de equipos de protección personal para reducir al máximo el riesgo de contagio de la enfermedad. Con las donaciones de los artículos, BASF ayudó a aumentar la seguridad de los profesionales de la salud y proteger a los pacientes.

Objetivo 8: Promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, empleo pleno y productivo y un trabajo decente para todos

En la batalla contra el COVID-19, varios hospitales quedaron sin equipamientos importantes para sus empleados e, incluso, para la atención de los pacientes. Sin embargo, la entrega de las protecciones faciales y la contribución para el desarrollo de los respiradores artificiales aseguró que los profesionales tengan los insumos necesarios para la atención de los pacientes.

Objetivo 9: Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación

Con el desarrollo de un respirador artificial a un costo inferior y la producción de escudos faciales utilizando tecnología 3D, fue posible ofrecer productos innovadores para el tratamiento de COVID-19.

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